Maximiliano Montani Martinez (Maxi) (Nieto)

RECUERDOS
Mario J. (Grandpa) con Maxi y Alex en sus rodillas junto a Inés y otros nietos

Mario J. (Grandpa) con Maxi y Alex en sus rodillas junto a Inés y otros nietos

Tengo muchos recuerdos del Grandpa, pero no llegan a ser sino momentos, situaciones, detalles…
Recuerdo que de pequeño, solía sentarme sobre sus rodillas y, al menos yo lo sentía así, tenía cierta inclinación a consentirme y prestarme atención, mientras que Granny y los tíos y primos solían relacionarse más con mi hermano, que no era tan introvertido como yo.
Era muy compinche y siempre con una sonrisa o una cara graciosa le quitaba seriedad a los reclamos o quejas que su esposa solía hacer.
Por aquel entonces, parte de la colección de comics de Superman y Batman de mi papá (Sonny), descansaban en un cuartito que servía de depósito para las cosas de escaso uso en la casa de mis abuelos. La Granny no era adepta a prestárnoslos por temor a que los rompiéramos, y, como buena guardiana de las cosas de su hijo, solía decirnos con una exagerada seriedad, pienso yo, para la edad que teníamos, algo como, «esas son cosas de tu padre, y si él no dice que si, yo no puedo sacarlas».
Pero el Grandpa se escurría en el cuartito y, silenciosamente, nos prestaba las preciadas historietas. 
Paradojicamente, quizás uno de las mayores experiencias con el Grandpa está relacionada directamente con su partida de este mundo. En el año 1991, yo tenía solo 13 años, y aunque valoraba los lazos familiares, creo que aún no era muy consciente ni maduro en cuanto a su verdadera importancia. El fallecimiento del Grandpa me encontró algo desprevenido, y me ayudo a comprender que los seres queridos pueden marcharse en cualquier momento. Esa experiencia fue el puntapié inicial en mi acercamiento voluntario y plenamente consiente hacia mi abuela materna, la abuelita Ester. Comencé a buscar charlar con ella, hacerle preguntas en cuanto a su niñez, a oír la música que a ella le gustaba… y a ser más cariñoso y expresivo.
Poco antes de su partida, estando internado en el hospital, el Grandpa me hizo una seña de complicidad una vez que se marchó la enfermera y en un susurro casi incomprensible, porque ya no tenía su voz, me dijo «no me dejan comer de esto, pero yo igual los tengo escondidos», y abriendo el cajón de la mesa de luz, sacó unos caramelos blandos de chocolate o dulce de leche, y me convidó uno, mientras se metía otro en la boca con una sonrisa de picardía. Creo que esa actitud define cuál era el carácter del Grandpa. Sin importar si uno era nieto, hijo, cónyuge o simplemente conocido, estoy seguro que todos coincidirán que él era «compañero», y lejos de elegir ser «juez» de quienes le rodeaban, prefirió ser «amigo».
Maxi, junto a sus hijos Milagros, Alan y Cristian.

Maxi, junto a sus hijos Milagros, Alan y Cristian.

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